La fecha se celebra en homenaje al nacimiento del escritor argentino Leopoldo Lugones, en 1874. En esta nota, un repaso por una vida y una obra marcada por la búsqueda de una lengua nacional.
“El árbol duerme aún en la semilla. / Mas la semilla en lo hondo del porvenir vegeta./ De ella surgirá este átomo, este sol: ¡Un poeta! /¿Un poeta? Es preciso. Dios no trabaja en vano.” Estos versos de Leopoldo Lugones -incluidos en uno de sus primero libros, Las montañas de oro (1897)- son un ejemplo del valor que para él tenían los escritores en la construcción de una identidad nacional y el futuro del país. Es esa idea motriz lo que marcó su obra y lo llevó a ser uno de los fundadores de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), que presidió, junto a Horacio Quiroga como vice, entre 1928 y 1932.
Lugones nació el 13 de junio de 1874 en Villa María del Río Seco, Córdoba y se suicidó el 18 de febrero de1938 en un hotel del Tigre. Fue la SADE la que estableció la fecha de su nacimiento como el Día del Escritor en la Argentina.
Poeta, narrador, bibliotecario, pedagogo y ensayista, en su obra forjó de hecho una vanguardia literaria que rompió con la herencia hispanista y sentó así las bases de un literatura moderna, siempre en la búsqueda de una lengua propia para nuestro país.
Admirador de Rubén Darío, fue autor de una treintena de libros, entre ellos, Los crepúsculos del jardín, Las fuerzas extrañas, Las horas doradas y La guerra gaucha, que fue llevada al cine en 1942 por Lucas Demare.
Para Lugones, el rol del escritor estaba unido al destino de su país y por lo tanto, debía ser parte de su acción política. Admirador de las bibliotecas populares (contaba anécdotas sobre cómo lo marcó la biblioteca de su pueblo), dirigió hasta su muerte la Biblioteca Nacional de Maestros y contribuyó a diseñar una reforma para la educación secundaria argentina.
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